El día en que no volvieron más

Hoy se cumplen 71 años del recordado “clásico de la fuga”. En aquel partido el poderoso equipo de Peñarol apodado "La Máquina del 49" vencía por 2 a 0 a Nacional al final del primer tiempo, pero los Tricolores no salieron a disputar el complemento por temor a una derrota sin precedentes.


En el año 1949, de la mano del entrenador húngaro Emérico Hirschl, Peñarol conformó un equipo que contaba con algunos nombres desconocidos como el de Alcides Edgardo Ghiggia y al que la prensa especializada no veía como favorito para arrebatarle el título al vigente campeón, Nacional. 

Sin embargo, aquel once del Carbonero que poco tiempo después se repetiría de memoria, ganó los tres campeonatos oficiales de la temporada, Competencia, Honor y Uruguayo, invicto y con un record de goles nunca antes visto.

En la suma de los tres torneos cosechó 52 de 54 puntos posibles (Se otorgaban dos por triunfo y uno por empate), convirtió 118 goles y recibió sólo 34, ganó los tres clásicos e instaló además la moda de las huidas por el túnel, ya que tres de sus rivales se fueron antes de concluir los cotejos.

Precisamente, de esos tres partidos, el disputado el 9 de octubre frente a Nacional en el Estadio Centenario será recordado por siempre como el “clásico de la fuga”.

Peñarol, que había ganado el Torneo Competencia con puntaje perfecto, continuó con su racha aplastante y en el Uruguayo venció 5 a 0 a Liverpool, 5 a 2 a Central, 3 a 0 a River Plate, 3 a 1 a Danubio, 6 a 1 a Defensor, 6 a 0 a Wanderers y 5 a 3 a Cerro. En la octava fecha, como era costumbre, se disputaría el clásico. 

La semana previa se vivió con enorme nerviosismo en torno a la venta de entradas, las cuales fueron agotadas en su totalidad con reventa incluida. 

Finalmente, en la lluviosa tarde del clásico Peñarol formó con la oncena más habitual de la temporada: Flavio Pereyra Nattero; Enrique Hugo, Sixto Possamai; Juan Carlos González, Obdulio Varela, Washington Ortuño; Alcides Edgardo Ghiggia, Juan Eduardo Hohberg, Óscar Omar Míguez, Juan Alberto Schiaffino y Ernesto Vidal. 

Por su parte, Nacional lo hizo con: Aníbal Paz; Raúl Pini, Eusebio Ramón Tejera; José Emilio Santamaría, Rodolfo Pini, Luis Alberto Cruz; Luis Ernesto Castro, Walter Gómez, Raúl Laña, José García y Juan Ramón Orlandini.

Confiados en la supremacía de su juego, los Aurinegros dejaron que su rival hiciera el gasto físico y ya a los 38’ llegaron al gol por intermedio de Ghiggia, tras un milimétrico pase de Schiaffino. 

Apenas tres minutos más tarde, Tejera le cometió penal a Míguez  y ante las excesivas protestas y el empujón del jugador Albo al juez Bochetti, éste último lo expulsó. Míguez pateó y Paz atajó, pero no pudo evitar que Vidal convirtiera el segundo gol tras el rebote. Los Bolsos protestaron invasión del Patrullero, hubo otro amontonamiento y Walter Gómez se fue expulsado por patear al árbitro. Otro hombre de Nacional también le había arrojado barro en la cara. Inmediatamente finalizó la primera mitad.

Ya en el entretiempo comenzó a correr la voz de que Nacional no se presentaría a la segunda parte. 

“Bochetti nos hizo salir, nos pusimos en nuestro campo y en la mitad de la cancha, el árbitro hizo sonar el pito, Nacional no apareció y ganamos el partido. En ese momento, por esas cosas, me acuerdo, paró de llover y salió el sol”, relató Ghiggia.

Con ese triunfo la invencible Maquina del 49 lograba el Campeonato de Honor por lo que hubo vuelta olímpica ante un público que no sólo disfrutó del triunfo clásico, sino que presenció lo que se transformaría en una leyenda que pasaría de generación en generación. 

El libro “Historia de Peñarol” del Dr. Luciano Álvarez, cuenta como el delegado de Nacional, Francisco del Campo, intentó una insólita explicación para los hechos acaecidos:

“Expresó que el retiro de su equipo del campo de juego se inspiró en el desfavorable estado de ánimo de los players, estado de ánimo que ya se había venido creando en la semana previa al partido por la inseguridad predominante de que la parcialidad Tricolor pudiera disponer de entradas para el tradicional encuentro. Dijo que los futbolistas afirmaron en los vestuarios no disfrutar de las garantías necesarias lo cual lleva a Nacional a reclamar que sus defensores sean respetados como los de los demás equipos”.

La misma obra cuenta que la respuesta de Peñarol no se hizo esperar, en la voz de su delegado Juan Jacobo:

“Se siente herido Peñarol porque en la adversidad jamás, y lo puedo afirmar rotundamente, y nuestros años de adversidad han sido cuantiosos, jamás nosotros hemos salido de una cancha de fútbol en esas condiciones, rehuyendo la lucha de nuestro caballeroso antagonista. Hemos recibido goleadas y dado hurras al club contrario al salir de la cancha”.

Por último, la publicación del Dr. Álvarez recoge un editorial del diario El Plata que brinda un objetivo concepto de lo ocurrido:

“No hubo relación proporcionada entre causa y efecto, pero aunque la hubiera, tampoco se hubiera justificado el abandono de la cancha. (…) (Nacional no volvió) porque habiendo quedado con nueve hombres temió caer por un score de guarismos sensacionales. Esta debe ser la verdad auténtica. (…) El secreto no radica siempre en saber ganar. Es preciso tener temple y elegancia para saber perder y Nacional no supo elegir el verdadero camino. El deshonor le pesará eternamente”.   

Las atípicas condiciones que se dieron inmortalizaron ese triunfo sobre Nacional en el inconsciente colectivo del hincha de Peñarol, y cual si se tratará de la máxima goleada de todos los tiempos, es recordado hasta el presente como uno de los más grandes honores deportivos de la historia de la institución Mirasol. 
   
Aquel equipo infernal, y cabe destacarlo para tener una real dimensión de su envergadura, aportó nueve jugadores (Siete titulares y dos suplente) al plantel uruguayo campeón mundial en Maracaná.





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