Al borde del precipicio


Peñarol volvió a caer por Libertadores, esta vez 3-1 ante Wilsterman en la altura boliviana. Ni el prematuro gol de Formiliano al inicio pudo disimular los horrores defensivos que, dejan al Carbonero prácticamente eliminado.


Por Daniel Lussich


Dificilmente el análisis de una derrota en la altura sea apropiada para obtener conclusiones acerca del rendimiento de un equipo. No obstante, el contexto general que deriva de la caída por 3-1 frente a Jorge Wilstermann en Cochabamba, habla por sí sólo del momento institucional de un Peñarol que va camino a una nueva eliminación en la Copa Libertadores de América. 


Del partido en sí, se puede decir que, otra vez los groseros errores defensivos no ayudaron a mantener la ventaja que el Carbonero encontró a los 2’ tras el gol de cabeza de Fabricio Formiliano.


Tras el empate, el cual llegó por un absurdo penal cometido por Jesús Trindade, el Aurinegro fue al frente con la frescura de los pibes y contó con chances de volver a marcar, pero otra vez una desatención en el fondo, ahora de Rodrigo Abascal, puso al local en ventaja a los 45’.


El complemento fue un trámite en el que el dueño de casa administró su energía y aumentó diferencias rápidamente jugando a lo que más sabe hacer, lo que terminó por derrumbar a un Manya que zafó varias veces del cuarto, pero que también pudo descontar con los enviones de la sangre joven.


Pero más allá de todo eso, parece difícil de comprender como un equipo boliviano, sin mayores pergaminos ni una billetera abultada, cuenta en sus filas con jugadores como el argentino Patricio Rodríguez, la gran figura de la cancha. ¿Acaso Peñarol no puede contratar exponentes extranjeros de tal jerarquía? ¿Por qué el Decano utiliza sus cupos foráneos, los cuales deberían ser un salto de calidad, en experimentos que generalmente salen mal?


Hasta ahora, el húngaro Kriztián Vadócz no ha demostrado ser más que lo que puede aportar el juvenil Agustín Álvarez Wallace, con la salvedad de que el chiquilín tiene el plus de sentir los colores, además de ser una apuesta mucho más eficaz desde lo económico.


Lo mismo podríamos decir de Francisco Jiménez. El español, que comenzó más o menos bien en la temporada 2019, de a poco se fue diluyendo a punto tal de perder el puesto con un botija del semillero como lo es Agustín Álvarez Martínez.


Podríamos seguir y analizar el nulo aporte del chileno Christian Bravo, o si miramos más atrás los pasajes de los colombianos Misael Riascos, Miguel Murillo, el argentino Carlos Luque o el paraguayo Iván Villalba, por citar más ejemplos de extranjeros sin pergaminos que pasaron con pena y sin gloria por el Mirasol.


A contrapartida, encontramos que en general, apostar por el semillero entrega amplios dividendos, tanto desde el rendimiento deportivo en cancha, como en lo económico a la hora de vender. Entonces, ¿el modelo de Peñarol no debería basarse en rodear a sus juveniles de cuatro o cinco referentes de calidad para el medio? Porque hasta ahora, Facundo Pellistri, Facundo Torres, los Álvarez y casi cualquier otro, no han sido la continuidad de un proceso sino más bien un manotazo de ahogado cuando las papas queman.


Punto aparte para los referentes. ¿Dónde están? Es evidente que en los últimos tiempos la dirigencia de Peñarol, acompañada de los cargos técnicos del fútbol, no han gestionado de la mejor forma los recursos. ¿Cómo es posible que los salarios más altos del plantel sean los rendimientos más bajos, en varios casos? ¿Es normal contar con una cantidad tan grande de jugadores longevos que transitan muy de cerca el final de sus carreras?


Estas líneas tranquilamente podrían haber sido escritas cualquiera de los últimos nueve años, cambiando los nombres pero con el mismo resultado. ¿No será hora de cambiar el plan de vuelo?


Al Mirasol le quedan dos partidos de local que, aún ganándolos, no se asegura clasificar a octavos de final en la Copa Libertadores. Camino a casi una década de deambular por los torneos internacionales y con alegrías locales que son a cuenta gotas, es clara la necesidad de un cambio en el modelo de gestión deportiva. Si los dirigentes no lo entienden, seguiremos paseando por América, cada vez con menos ilusión.


Jorge Wilstermann 3-1 Peñarol


Fecha: 24/9/20 | Torneo: Copa Libertadores | Etapa: 4 (Grupo C)

Estadio: Félix Capriles (Cochabamba, Bolivia) | Hora: 19.00 (Uru) | Público: Sin espectadores

Árbitro: Piero Maza | Asistentes: José Retamal y Edson Cisternas (Chile)


Wilstermann:  Arnaldo Giménez; Esteban Orfano, Edward Zenteno, Ronny Montero, Sebastián Reyes (23′ Oscar Vaca, 62′ Ismael Benegas); Carlos Melgar (62′ Alejandro Meleán), Didí Torrico, Cristian Chávez, Patricio Rodríguez (79′ Jaime Arrascaita); Leonel Justiniano y Gilbert Alvarez (79′ William Alvarez).

Director técnico: Cristian Díaz. 


Peñarol: Kevin Dawson; Giovanni González, Fabricio Formiliano, Gary Kagelmacher, Rodrigo Abascal; Facundo Pellistri (78′ Fabián Estoyanoff), Jesús Trindade, Walter Gargano (56′ Krisztián Vadócz), Facundo Torres (78′ Luis Acevedo); David Terans (67′ Matías Britos)  y Agustín Alvarez Martínez (67′ Francisco Jiménez). 

Director técnico: Mario Saralegui. 


Goles: 3′ Fabricio Formiliano (P), 11′ Carlos Melgar (JW) de penal, 45′ Patricio Rodríguez (JW) y 53′ Patricio Rodríguez (JW).

Tarjetas amarillas: 11′ Rony Montero (JW), 51′ David Terans (P), 66′ Leonel Justiniano (JW) y 70′ Xisco Jiménez (P).


Foto: Conmebol

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